miércoles, 23 de septiembre de 2009

Algunas ideas sobre el Cuarteto y Heiner Müller


No, amor mio... No estas hecho para perderme, no digas eso que me rompes el corazon y no, yo no acepto tu ausencia ni quiero hacerlo. El dia que lo haga es por que ya no te necesite mas.
A.D.

Correspondencia personal.
2008


Cuarteto, de Heiner Müller es una de las piezas más maravillosas de la dramaturgia contemporánea. Su autor, complejo y desencantado de la modernidad, utiliza a los personajes centrales extraídos de Les Liaisons dangereuses, una novela epistolar de Pierre Choderlos Laclos del siglo XVIII, y los ubica en un tiempo y espacio indefinidos: "Época: Un salón antes de la revolución francesa/ Un bunker después de la tercera guerra mundial." En el texto de Laclos, la marquesa de Merteuil y el Vizconde Valmont, son dos amantes que rivalizan por medio de juegos sexuales convirtiendo su entorno social más cercano en su tablero de diversiones. En el Cuarteto, Müller conserva la relación destructiva y de complicidad de Merteuil y Valmont por encima de la historia, la transformación de la razón humana e incluso del tiempo en sí mismo. Nos muestra que el hombre más civilizado continúa siendo impulsado por su deseo más elemental, que la depravación y la violencia van íntimamente ligadas a la superviviencia, y que el intelecto y la conciencia se contraponen inútilmente a la degradación de la materia. La moral, la razón y la conciencia son maquillaje a una enfermedad letal, a un cáncer perpetuo e incurable: La verdadera naturaleza humana. Queda claro que el momento que propone Müller para los personajes (dual, paralelo o incluso que sucede simultáneamente) en el que la víspera revolucionaria marcará el fin de un ciclo; tanto Valmont como Merteuil se encontrarán inmutables, completamente solos, representando el ánima humana independiente de la historia y absolutamente dependiente de significarse en “el otro”. No hay Sí mismo sin el otro, la acción y la trascendencia, la vieja leyenda del árbol que cae al bosque y nadie lo escucha, NADA RESUENA SI NO EXISTE ALGUIEN MÁS. En esta complicidad de dos, las repeticiones, los cambios de sexo, la recreación del pasado común se hace necesaria: En orden a mantenerse con vida, Valmont y Merteuil se convierten en espejo mutuo de un deseo inmortal que es arrasado por la podredumbre del cuerpo. La ausencia es inaceptable en esta guerra del hombre contra sí mismo.



1 comentario:

  1. Saludos Alonso. Tengo muchas ganas de verla, montar a Muller requiere de "huevos" (no encuentro un término más apropiado). Y un Cuarteto, postmarguleano es arriesgado. Pero estoy entusismado. Sin más, saludos
    -imanol-

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