lunes, 7 de diciembre de 2009

ILUMINACIONES: CRITICA NACIONAL Y RESPUESTA EN MILENIO


¿Dónde quedó el teatro de los estados?
2009-11-28•Teatro

Me da tristeza reconocer que de nueve propuestas escénicas que pude ver a lo largo de tres días en el cierre de la XXX Muestra Nacional de Teatro, sólo tres hayan sido destacables.

Olga Harmony, en una mesa redonda que se realizó sobre los 30 años de la Muestra, comentó que, entre otras cosas, le daba gusto que en este tiempo el evento haya avanzado en las propuestas que se presentan, que han “dejado de ser amateurs”. Valoro la opinión de Harmony, pero también creo que existe un abismo entre dejar de ser amateurs y ser profesionales.

¿En dónde está el verdadero teatro de los estados? La selección de las obras estuvo a cargo de Édgar Chías, Enrique Minjares, Juliana Faesler, Lázaro Fernando y Raquel Araujo, y me cuesta trabajo pensar que estos teatreros con trayectoria no pudieron hacer una rigurosa selección (¿compromisos?). Si solicitar en la convocatoria un DVD donde se muestre la obra no es suficiente, deberían ya tener otra estrategia en puerta, pero no pueden permitirse (la responsabilidad de lo que se presenta es de quien selecciona) ofrecer puestas tan precarias como Iluminaciones, de Querétaro, escrita por Hugo Alfredo Hinojosa (por cierto, ganador del Premio Nacional de Dramaturgia 2009) y dirigida por Alonso Barrera. Un montaje sin pies ni cabeza que trató de articular un “fuerte” discurso sobre la violencia, y lo único que logró fue caer en el lugar común: no era ni danza, ni teatro. Eso sí, tuvieron una buena producción, como el resto de las compañías. Las tres propuestas sobresalientes de los últimos días fueron la de Richard Viqueira, El evangelio según Clark (DF), Noche de reyes o noche de epifanía o como se te antoje, en la que Alberto Lomnitz dirigía al TATUAS (Sinaloa), y el montaje veracruzano de Alejandro Ricaño, Más pequeños que el Guggenheim.

Con todo y que estas propuestas fueron importantes, sería muy pobre pensar que uno de cada tres montajes sea lo que vale la pena de una muestra.

Da más tristeza aún darse cuenta que mucho teatro en México se hace para teatreros. Montajes para que el INBA “nos dé presupuesto”, y que existan críticos en México que escriban para ese supuesto “gremio”. ¿Qué importa eso en verdad? Nada. Al creador un crítico podría o no afectarle su opinión, pero al público quizá sí, porque, probablemente ahí se encuentre un punto de interés. Este asunto de ser tan provincianos en lo que hacemos, en lo que pensamos y en nuestros compromisos, lleva al teatro a una ruina constante, a presentar propuestas alejadas de lo genuino…

La Muestra es un esfuerzo importante para el teatro en México. El presupuesto no fue poca cosa: 5 millones de pesos. Este año se homenajeó a Óscar Liera y se le entregó la Medalla Xavier Villaurrutia a Víctor Sandoval. Son cosas significativas, pero no podemos permitir que el teatro que se exhiba no sea el verdadero teatro de los estados, el bueno. Si la Muestra desea mejorar, debe existir mayor exigencia y menos compromisos. La puerta estrecha se ha cerrado.

Alicia Quiñones
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Apreciable Alicia Quiñones,

Antes que nada le envío un cordial saludo y espero se encuentre muy bien. El motivo de esta carta es para comentar con usted algunos muchos desatinos en su artículo sobre Dónde quedó el teatro de los estados, publicado en Laberinto el 28 de noviembre. Para dar inicio a esto, primero quiero comentarle que más allá de parecer un artículo serio, mejor podría considerarse como un arranque de glosa juvenil, llena de ímpetu arrollador e ironía pero falta de coherencia.

Acudí a la XXX Muestra Nacional de Teatro, y vi el montaje de Iluminaciones [0] así como cada una de las propuestas que usted menciona como: El evangelio según Clark Kent y Más pequeños que el Guggenheim, entre otras puestas en escena. A decir verdad no comprendo su arrebato al decir que Iluminaciones [0], montaje de Alonso Barrera y escrita por Hugo Alfredo Hinojosa, es una propuesta precaria. Me gustaría saber qué es para usted “una propuesta precaria”, porque creo que de esa manera disculparía su falta de conocimiento teatral. En primer lugar no da ni motivos ni argumentos válidos para calificar ni este montaje así como ninguna de las otras propuestas: como buenas, malas o precarias; por ello emitir juicios de este tipo parecen más “comentarios tras bambalinas de una persona malintencionada e influenciada por otros… digamos que se nota la inocencia…

Por desgracia, y muy a mi pesar, cuenta usted con un foro como el de Laberinto, foro importante, para publicar este tipo de textos sin forma ni fondo, me pregunto si su editor, José Luis Martínez, a quien admiro, habrá notado la falta de preparación de una de sus colaboradoras en cuanto temas teatrales. Año con año, desde hace tres décadas, se ha cuestionado la participación de un sinfín de obras que merecían o no estar en la muestra; es un tema perenne, francamente me pregunto si usted ha acudido a más de 10 muestras nacionales, como para saber de entrada de qué está hablando y bajo qué contexto. Creo que no.

En cuanto a Iluminaciones [0], me pareció un montaje muy arriesgado a la mejor manera de Robert Wilson o Romeo Castelluci, en Estados Unidos e Italia. Y a decir verdad si esa misma obra la hubieran traído de Argentina, la hubieran aplaudido. He visto peores cosas de extranjeros que aquí aplauden hasta el final. Creo que habría que abundar más en eso. Me llama la atención que tanto en la página de Teatro Mexicano como en este artículo se habla del montaje pero no del texto... ¿qué me puede decir al respecto? He leído las obras de este dramaturgo y por algo se monta en el extranjero... y en cuanto al director, creo que leyó mal su apuesta ya que no pretende escandalizar ni ser violenta... ¿qué montaje vio? Pareciera que el supuesto escándalo y la obviedad sólo les ocurrió a quienes la buscaron hasta en el tablado del escenario.

En cuanto al trabajo de Richard Viqueira y Alberto Lomnitz en efecto me parecieron excelentes, más la de Viqueira que es un joven excepcional. Por otro lado, la obra de Alejandro Ricaño me parece, si bien divertida, que cae en el chiste fácil y no alcanza a ser material ni de exportación, sino sólo un producto más que se queda en el localismo y de eso está lleno el teatro en México (como usted dice). La glosa del propio Ricaño en la cual dice que quiere hacer un teatro que no sea violento, para ser diferente, no invalida las demás propuestas, como usted tácitamente lo menciona; todo es una cuestión de estilos. Claro que este dramaturgo tiene ingenio, pero habría que abundar más sobre por qué esta obra funciona tan bien, yo misma me reí y la disfruté pero me faltó la profundidad que la naturaleza humana pide aún en la mejor de las comedias ligeras.

Estoy de acuerdo con usted en cuanto a lo del teatro para teatreros, pero le comento que los peores comentarios vienen de la gente de teatro para cualquier montaje. La gente, el público, por ejemplo que vio el montaje de Iluminaciones y el de Viqueira, y que no era gente de teatro, se mantuvo alerta a cada escena; entonces cómo puede ser un montaje precario. A decir verdad, eso que usted critica de provincianismo lo hace patente con este escrito poco objetivo y pobre en demasía que por desgracia le aprobaron. Realmente no aporta nada y eso es muy preocupante porque entonces, qué tipo de crítica quiere ser usted que escribe como eso que, al parecer tanto le desagrada.

Ahora yo le preguntaría... ¿conoce algún teatro de los estados, como dice, el verdadero. Uno que haya valido la pena que estuviera y no estuvo? Si es así diga cuáles son para entonces con cartas en la mano llamar la atención, y reclamar, y que las cosas no se queden en el vacío. Porque si no este artículo queda como el de una amateur que sólo habla por hablar. Soy historiadora de profesión de UCLA y me sé bien el movimiento cultural del noroeste, y le puedo decir que una cosa que se vio mal es que hubiera montajes donde figuras como Daniel Serrano, hicieran gala del peor teatro regional y cuasi didáctico del norte… por obras como esas ni la literatura ni el teatro del norte, ni de México, aspira a salir de este país, el único que lo logró con sus Cartas al pie de un árbol fue Ángel Norzagaráy, compadre de Serrano y ahora Secretario de Cultura de Baja California. ¿No cree que ahí esté el nepotismo ya que año con año son los mismos? Ahí es donde el talento jóven no logra avanzar quedándose en el filtro de los intereses personales de quienes tienen el deber de apoyarlos. Acaso ese es el verdadero teatro al que se refiere, porque bueno, ese es teatro de los Estados… Creo que su crítica para haber sido válida y con fondo debió prever todo esto que ahora le menciono. Un buen crítico también rastrea información y se documenta. Regresando al teatro de Serrano y comparsas, ese es el teatro precario que sabe a viejo y que no aspira sino sólo a un reconocimiento localista.

Me pregunto con qué argumentos se defendería de Alonso Barrera, de Hugo Alfredo Hinojosa, Jorge Vargas, Gabriel Contreras si los confrontara y les dijera que sus obras no le parecieron interesantes... son todos, éstos, personajes conocedores de su quehacer y por demás brillantes que la cuestionarían en serio. El problema con su escrito es que parece una crítica ad hominem.

Martha Torres

1 comentario:

  1. Por una cuestión fortuita me entero de la respuesta de la historiadora de la UCLA, la señora Martha Torres a una carta de Alicia Quiñones, y que aprovecha para hacer una análisis precario de mi trabajo.

    Lo mismo que la historiadora Torres le reclama a Alicia Quiñones, podría reclamarle yo a ella, puesto que los comentarios hacia mi trabajo están evidentemente lanzados desde un inexplicable resentimiento hacia mi persona. Inexplicable, porque no conozco a la señora Torres.

    Por cierto, le anexo a la señora Torres, historiadora de la UCLA, la definición de nepotismo:

    nepotismo.

    (De nepote).

    1. m. Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos público.

    Ángel Norzagaray es mi amigo y mi compadre. No es ni mi papá ni mi tío, ni mi abuelo, ni mi hijo, ni mi novio... ¿Este tipo de cosas no las enseñan en los cursos de historia de la UCLA?

    Ah. Por último. El que le sea historiadora de profesión, evidentemente no le da elementos de juicio para hablar de teatro... ¿O sí?

    Saludos y gracias.

    Daniel Serrano
    DRAMATURGO

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