viernes, 6 de agosto de 2010

LA FÁBRICA: GUSTAVO VILLEGAS


Gustavo Villegas llegó a La fábrica en el momento justo. Se apareció con Octavio en la puerta principal del edificio, (donde yo en ese momento tenía un escritorio porque no tenía siquiera oficina) con un aire de extrañeza pero también de agrado. Y fue una sensación recíproca, de extrañeza y agrado, sobre todo de agrado inmediato lo que me pasó con Gus. Luego de conocer más a fondo su trabajo me pareció una fortuna contar con alguien tan talentoso en el espacio que estaba justo por arrancar una nueva etapa. Y sin duda, Gustavo ha significado para La fábrica un pilar fundamental, no sólo por todo lo anterior sino porque pudimos crecer juntos profesionalmente, amén de su generosidad, disposición y calidad humana, que está a la altura de su propia visión como artista. Gustavo, me consta, fue uno de los grandes constructores de la audiencia de nuestro espacio, no sólo como docente sino como colaborador en colectivos, incluso sólo poniéndole nombre y apellido a una camiseta que se puso desde el primer día. Y de eso sólo puede quedar un agradecimiento absoluto, hoy que nos deja para renovarse y seguir su camino y que La fábrica también se mueve para un momento distinto, de manera natural y orgánica, como todos los cambios debieran ser. De estos dos años, meses más, meses menos, nos queda su sello, sus colaboraciones desde "KIETzscHE" hasta "Cuentos y Ultramarinos" y ante todo, a mí me queda la fortuna de llamarlo amigo, un amigo que admiro, respeto y atesoro profundamente. Gracias, un millón de veces gracias querido Gus, por habernos enseñado y dado tanto, por ser parte de un equipo de trabajo que ya siente tu ausencia pero que siempre celebrará tus decisiones y logros. Te abrazo con mucho cariño.

Alonso.

1 comentario:

  1. Alo, gracias muchas gracias a ti por tu cariño y tus palabras.

    -Adiós -le dijo.
    -Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón se puede ver bien;
    lo esencial es invisible para los ojos.
    -Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
    -Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
    -Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.
    -Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre
    de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
    -Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo

    Con mucho cariño.
    Gus

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