lunes, 8 de marzo de 2010

PASEO


Hace ya algunos años que dejé de escribir. "Paseo" fue uno de los últimos ejercicios que hice en el territorio de los poetas, antes de iniciarme como director de teatro. El fin de semana recordé que lo escribí y que lo había tirado, pero no, guardé esta copia. Es un poema en endecasílabo más o menos extenso, sobre la ciudad en la que crecí y en la que he vivido. Hoy no reconozco mi propia voz en estos versos:


[Paseo]


Busco dentro de mí sin encontrarme
hasta llegar al reflejo de tus ojos.
Miro por la ventana una ciudad
que ha quedado vacía de sí misma;
no hay nadie, ni siquiera nosotros.

Te miro hasta perderme, hasta estar
inmerso en tus laberintos de piedra,
mis pies avanzan por tus pensamientos,
caminos que se extienden por tu frente
como calles obscuras que divagan
bajo la sombra de las azoteas.

No sé quién eres. Qué ciudad es ésta.
Oigo mis pasos andar sobre ti,
pasar sobre tu talle de cantera.
Tú fluyes como un río que atraviesa
la tierra del olvido y mi memoria;
voy del cielo al infierno de tu cuerpo,
de tocarte a descreerte si me tocas;
eres una ceremonia, un culto
que no entiende de un dios pero de dioses,
algún dios que no sabe de razones
sólo de esta boca tuya y mía.
*

Floreces de un sendero sombrío,
esta noche sin final o principio es
un enorme camino que va y viene,
un círculo sin fin que siempre vuelve
y llega de nuevo a ninguna parte.

Vamos entre suspiros taciturnos,
se abren entre tus labios y mis labios
corredores nocturnos de piel de aire;
todo se hace presente en un momento,
todo se va en un suspiro, besarte
es como el agua fija de ese río
que escapa por las grietas de mis manos.

No sé quién eres. Qué ciudad es ésta.

Nadie responde. Nadie pregunta.
Sólo hay silencio. Nada dice Nada
Silencio. ¿Cómo se escribe silencio?
El silencio: El silencio es ausencia
Silencio ¿Cómo se dice el silencio?
El silencio: El silencio es presencia
El silencio: ausencia que es presencia,
nuestro silencio, respuesta y pregunta,
tu silencio es el eco de mi voz;
el silencio: certeza de una duda,
una calle que al cruzarla se disipa.

Amanece en los confines de tu espalda,
todo pasa a través de un solo tiempo,

la piedra teje voces con la luz,
el murmullo siembra voces en la línea,
las palabras son estas líneas que sueño:

Avanzo hacia ti dentro de mí mismo,
volvemos al lugar donde empezamos,
a un desierto que encierra una batalla
que pelean el antes y el ahora.
La sangre se vierte sobre dos mundos,
te vences, te arrodillas, te derrotas,
se levanta

e
n
u
n
a
c o n s t r u c c i ó n
m
e
n
t
a
l

de aurora líquida, cielo líquido,
la fundación de este primer instante.
Llueve sobre mí, lluevo sobre ti,
en tu final y en tu comienzo, todo
converge siempre en un mismo destino;
piedra que se arquea sobre esta página,
agua que escribe en este verso de agua.
**

Contemplo el sol cantar sobre nosotros,
resuenan a lo lejos las campanas
llamando a la liturgia de este día;
me pierdo entre los bordes de tu cuerpo,
el paisaje frente a mí se parte en dos,
te abres lentamente como un templo:
trepo por tu altar, eres pan y sangre;
ahí comulgan, son uno los latidos,
bebo de ti, de tus fuentes de luz,
devoro entre tu carne las entrañas,
las ruinas de un imperio subvertido,
las conspiraciones y aspiraciones
detrás de una plaza de sol danzante.
***

No sé quién eres, qué ciudad es ésta.
Sin remedio me desplomo en tu vientre,
me pierdo por el mundo de tus mundos
y sus paredes de tarde derramada;
mi alma va por un viejo jardín roto,
dos fresnos se deshojan en un patio,
y el horizonte cae sobre un reloj
varado a las seis treinta de la tarde.

Los árboles parecen ser fantasmas;
Muertos que van en busca de su historia,
polvo, voces, ceniza sin sentido,
profecías que vuelven y murmuran
viento desvanecido en el presente.

Sabes quién eres. Qué ciudad es ésta.

Amar es un sendero compartido,
amar nunca es un mismo sendero:
Eres la ciudad que va por mis ojos
(just like a white horse running trough a poem)
la ciudad y tus ojos, mismo brillo;
pupilas transparentes como voces
se queman en los ojos que las miran.

Escucho mis pies sobre el asfalto
divagar sobre la faz de tus misterios;
se llenan mis pasos de tus pasos,
voy sobre farolas que proyectan
dos sombras en la acera, una misma.
****

Esto es un desencuentro interminable.

Camino entre el frío del desamparo
que es sentir tenerte sin tenerte;
un horizonte de cristal nos cubre,
la ciudad se torna en un gris paraje,
un invernal paisaje de recuerdos:

Al final de otra pausa me pregunto:
¿Vivía en Morelos o en Cinco de mayo?

Sólo sé que era un niño aquél
que miraba tristemente a una mujer
que siempre tuvo mirada de niña.
La vi ir y venir cientos de veces,
pasaron muchos años, no sé cuántos.
Sin embargo fue la misma ciudad
todos los días, fue el mismo rostro
el que vi envejecer todas las tardes
detrás del gran portón de mis abuelos.
El rostro tras las grietas de mi casa
me miraba con mirada de niño
mientras yo miraba como un viejo
la misma ciudad, esa misma calle,
los fragmentos de mi rostro agrietado.

Creo que aún no vamos ni volvemos,
anclado a los parques del insomnio
este sueño no avanza o retrocede:
es real en la fijeza de un instante.
Sigo solo en este cuarto,
no hay dirección en esta historia
nada se aferra, todo se derrumba:
calles,
fachadas,
un poema;
los puentes son mentales,
la ciudad tras de ti se desvanece.

Sin pensarlo me detengo. Regreso:
Sé que los destinos no son lugares

y que en realidad tú y yo no vamos,
nunca hemos ido a ninguna parte;
comprendo que nosotros sólo vamos
juntos al encuentro de nosotros.

Busco dentro de mí sin encontrarme
hasta llegar al reflejo de tus ojos,
hemos vuelto al lugar donde empezamos;
miro por la ventana una ciudad
que ha quedado vacía de sí misma;
no hay nadie, ni siquiera nosotros.

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