jueves, 4 de febrero de 2010

ILUMINACIONES: CRÍTICAS CIUDAD DE MÉXICO



Iluminaciones

2010/02/04 por Antonio R. R.

Hace algunos meses se estrenó Iluminaciones, de Hugo Alfredo Hinojosa, en la muestra nacional de teatro. Curiosamente, la obra recibió una dura crítica por parte de Alicia Quiñones, en el diario Milenio. Y digo curiosamente ya que, al ver la obra, poco veo de malo en ella, tanto en su montaje como en el texto. Pienso que tal vez, de nuevo, como en todo el espectro del arte, nos encontramos ante subjetividades distintas y todos sabemos lo difícil que es ejercer una crítica que no pretenda convertirse en una imposición, como bien lo parecía el texto de Quiñones, que recibió, a su vez, sendas críticas reprobatorias.

Fuera de esta imposición, la obra Iluminaciones que se monta temporalmente en el teatro de El Milagro, estupendo el trabajo de David Olguín al frente de este escenario, editorial y bar, así como sus socios, es una muestra clara de cómo el teatro más allá de ir hacia una fusión de nuevas tendencias, encuentra en sus orígenes clásicos de la danza y la música, una forma de renovación gracias a las nuevas tecnologías.

Iluminaciones es un retrato fragmentado de la violencia, no como un ejercicio de alteración a la rutina, sino como una despersonalización del ser. A lo largo de la obra (una hora con quince minutos), Hugo Alfredo Hinojosa nos conduce por un espinoso camino de soledad y fuego que, con el montaje escénico ideado por Alonso Barrera termina por seducir y alterar al espectador.

Los textos hablan de sangre y muerte, pero el montaje fusiona la danza con la música. No estamos ante actores que declaman, sino actores que danzan, que se contorsionan al ritmo sangriento de las palabras. Llama la atención la polifonía en el texto que Alonso Barrera soluciona con grabaciones del texto hechas por españoles, argentinos, ingleses, mexicanos.

La obra es además un reto para el espectador, al no presentarse una historia lineal, sino fragmentos de diversas anécdotas, entre las que destacaría la frivolidad de un vendedor de seguros, la fábula del niño bomba, relacionada con habilidad con el bombazo en la estación de Atocha y la caída de las torres gemelas. Entre todas construyen imágenes que pueden ser dantescas y ternuras volátiles como la escena en la que una niña camina con un globo mientras alguien la persigue o la escena de todos los actores con máscaras de animales mientras danzan y una grabación nos repite diálogos de violencia. Un punto culminante en la obra; lo que llamaría como la danza los centauros, que representan la guerra y la destrucción, muestran a cuatro hombres-caballos que acaban con cuatro débiles musas que perecen ante las armas, sólo para dar paso a un monólogo sobre el exterminio. Excelente, además, el soundtrack de la obra.

Iluminaciones nos da luz sobre el aspecto terrible del terrorismo, pero más allá de eso, nos muestra una joven obra de un dramaturgo que se sale de los cánones para construir un caleidoscopio. La obra de Hugo Alfredo Hinojosa sin duda dará de qué hablar, lo mismo que el trabajo de Alonso Barrera. Enhorabuena para ambos.

http://kozameh.wordpress.com

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